YO NUNCA ABRO LA PUERTA A LOS DESCONOCIDOS. PERO SÍ ESCUCHO TODO LO QUE DICEN. NO SOY COTILLA: 
LO QUE PASA ES QUE TENGO UN OÍDO MUY FINO

jueves, 11 de febrero de 2010

ME DAN MIEDO, MIENTEN SIEMPRE


Vagón de metro de la línea 10, en Madrid. Viernes por la tarde. Una niña pequeña y extraña, de no más de 7 años, mira desde su asiento y muy fijamente al hombre que hay frente a ella. La madre de la cría, con unas ojeras tremendas y cara de no haber dormido en tres días, está de pie:


Hombre: Disculpe, señora, ¿le puede dejar a su hija que deje de mirarme?
Madre (enfadada): ¡Deja de mirar a la gente!

(La niña desvía la mirada hacia otros pasajeros. El hombre sale del metro y pasa un rato)

Niña: Mamá, ¿por qué no puedo mirar a la gente?
Madre: (Suspira). Porque no me gusta. Te lo he dicho mil veces. No mires a los ojos de la gente.

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